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Ayotzinapa, 1, 2, 3, 43, vivos se los llevaron, vivos los queremos…



25 / 09 / 2021


Ayotzinapa, 1, 2, 3,… 43, ¡justicia! Ayotzinapa, 26 septiembre de 2014


Por JOSÉ JIMÉNEZ


A las primeras horas de la noche del 26 de septiembre del 2014, estudiantes de entre 17 y 25 años, de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa del estado mexicano de Guerrero, después de “tomar” unos cinco autobuses para trasladarse y participar en la conmemoración anual del 2 de octubre de 1968, en la capital, fueron interceptados por miembros de la policía municipal de Iguala, de otras corporaciones y por civiles armados, que abrieron fuego contra los jóvenes y contra integrantes del equipo de futbol los Avispones de Chilpancingo que viajaban por la zona en otro autobús, para impedir que salieran de la ciudad.


Esa noche, dice el informe de Ayotzinapa del Centro Agustín Pro de Derechos Humanos, fueron detenidos los 43 estudiantes que habrían de ser desaparecidos, en una continuidad de agresiones contra estudiantes y contra la población en general por agentes estatales y “también por civiles que, como después se demostró, eran parte de la estructura de una organización criminal fuertemente imbricada con las instancias estatales presentes en esa zona de Guerrero, denominada Guerreros Unidos".


“El saldo de la cruenta noche de Iguala fue brutal: 43 jóvenes estudiantes que siguen desaparecidos; 6 personas ejecutadas, entre ellas 3 normalistas, incluyendo el caso de un joven cuyo cuerpo apareció al día siguiente en un paraje inhabitado con claras muestras de tortura; al menos 40 personas fueron lesionadas, contando a dos estudiantes que resultaron con afectaciones graves y permanentes a su salud.


En total, más de 180 personas fueron víctimas directas de violaciones a derechos humanos esa noche y alrededor de 700 personas resultaron víctimas indirectas, considerando a los familiares de los agraviados”. (Prodh, 2021)


En los informes oficiales o de organismos de investigación y de derechos humanos nacionales e internacionales enlistan con una u otra forma de participación al Gobierno Federal de Enrique Peña Nieto, a los funcionarios de la Procuraduría General de la República (PGR) que tomó cargo de la investigación unos días después, a la pareja que gobernaba la ciudad de Iguala -José Luis Abarca y María de los Ángeles Pineda Villa-, al grupo del crimen organizado, Guerreros Unidos.


Se señala a los policías municipales de Iguala y se dice que abrieron fuego contra los estudiantes y los jóvenes, a varias corporaciones de seguridad, a militares, al gobernador del estado de Guerrero en ese momento, Ángel Aguirre Rivero, que pidió licencia como gobernador, al cumplirse casi un mes de la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa.


Se señala también, a coro conocido, que de acuerdo con las indagaciones, las autoridades herederas de la investigación señalaron que la evidencia del caso Iguala fue manipulada.


Los hechos de la noche del 26 de septiembre al 27 de noviembre de 2014 en Iguala, Guerrero, y los 43 estudiantes desaparecidos sin dejar rastro como actos criminal, se coloca como “uno de los episodios de violación a los derechos humanos más trágicos en la historia reciente de México".


Al momento, el fiscal del caso Iguala, Omar Gómez Trejo, dice que la Fiscalía General de la República tiene una veintena de testigos colaboradores, uno de ellos vinculado con la desaparición de los normalistas, pero no más.


Será que se tiene no resolver sino administrar el problema, que no se mueve el elefante, que no tiene a moverse por su agenda, que ya se agotó el tiempo de la subsecretaria de Gobernación al cargo de tan delicado asunto, a lo que el recién nombrado secretario a la mitad del camino deberá rediseñar la política a seguir. Se deja ver que será el tema reconocidamente ya faltante de esta administración.


La consigna será coreada en tono fuerte de nuevo, este aniversario en que no se tendrán resultados deseados, solo supuestos como versiones de otras verdades, a siete años de los hechos, junto con el pase de lista en voz alta de los nombres de cada uno de los jóvenes: Porque “Vivos se los llevaron y Vivos los queremos”.


Los jóvenes normalistas son ya “un símbolo de las decenas de miles de inocentes que también han desaparecido” en México; se denuncian investigaciones atascadas por la complicidad penal, por la corrupción por todos los niveles del gobierno, por una historia de irregularidades, con sospechas de encubrimiento.


Miles de mexicanos que se han movilizado en la capital y en varios estados mantienen la esperanza de que pueda esclarecerse lo sucedido con los 43 jóvenes y con otros miles de desaparecidos en México, de más de 30,000 casos de desapariciones, estamos a mitad del camino.


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