Múltiples usos del ajo, motivo para estudiar sus propiedades medicinales o nutracéuticas
19 / 03 / 2021
Los diversos usos medicinales y terapéuticos del ajo contra enfermedades como el cáncer, la trombosis o sus efectos sobre el sistema inmune, son motivo suficiente para retomar el estudio sobre sus propiedades nutracéuticas, que han propuesto investigadores del Insituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
El ajo ha tomado notoriedad en estos tiempos, porque además de su uso culinario, en hojuelas, en sales, crudo o guisado, existen numerosos estudios científicos, tanto in vitro como in vivo, que documentan sus propiedades farmacológicas, su poder antiséptico, sus efectos antibacteriales, antifungosos, antitumorales, hipoglucémicos, e insecticidas entre muchos más. Los estudios igual registran su acción antimicrobiana, antihipertensiva, antitrombótica, anticarcinogénica --previene o retrasa la evolución del cáncer--, antioxidante –disminuye los radicales libres--, hipolipemiante --disminuye niveles de lípidos en sangre-- e inmunomoduladora --estimula o deprime el sistema inmunitario.
Innumerables son los usos del ajo, que de manera tradicional se ha empleado en el tratamiento de bronquitis crónica, catarros, asma bronquial, gripe, gastritis o espasmos abdominales. Se usa de manera tópica (a través de lociones, cremas, espumas, geles, gotas) para el tratamiento de callos, verrugas, otitis, artritis, dolores en articulaciones o ciática.
A lo largo del siglo XIX se realizaron diversas investigaciones para analizar a detalle las propiedades curativas del ajo, y se lograron aislar ciertos principios activos. Hoy, los científicos pueden afirmar que esta especie ayuda a reducir en 20% el nivel de colesterol en la sangre, evita la formación de coágulos sanguíneos y está comprobado que tiene un fuerte poder bactericida.
La maestra Elena Heredia García, investigadora del INIFAP en el Campo Experimental Bajío y experta en este cultivo, se ha dado a la tarea de compilar dichas referencias científicas, a partir de lo cual añade: el ajo ha sido ampliamente recomendado para la cura de numerosas afecciones y dolencias como heridas, llagas, úlceras pestilentes, neumonía, bronquitis, dispepsia atópica y desórdenes gastrointestinales y está probado que es efectivo contra organismos como Salmonella typhimurium y Escherichia coli; incluso, se menciona que el ajo destruye larvas de numerosas especies de mosquitos.
Los hallazgos arrojan que los componentes del ajo con mayor capacidad antioxidante podrían ser dos sustancias: S-alil-cisteína y alicina.
Sus propiedades farmacológicas se atribuyen principalmente a los componentes azufrados y, en la actualidad se elabora un sinnúmero de preparados con esta especie, como son: el ajo deshidratado, pulverizado y encapsulado; esencia; macerado en aceite vegetal y extracto añejo de ajo.
Dadas las experiencias sobre el uso de esta especie asociadas con la salud y que las investigaciones en México, aún son incipientes, Elena Heredia plantea que es importante recuperar la inversión de recursos para estas investigaciones, que se han visto obstaculizados en administraciones pasadas del INIFAP; tal es el caso de un proyecto que se tenía programado en 2017 para estudiar las propiedades nutracéuticas del ajo, en colaboración con el CINVESTAV, Unidad Oaxaca.
También se considera de suma importancia el aprovechamiento de bancos de germoplasma para identificar materiales de interés con diversos componentes útiles en la industria farmacéutica –aceites, concentración de alicina, compuestos azufrados, entre otros.
En estos tiempos de pandemia ha habido versiones de que el ajo sirve contra el Covid-19, por sus propiedades inmunomoduladoras, lo cual “no está validado científicamente”, subraya Heredia García. Incluso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que el ajo, “es un alimento saludable que puede tener algunas propiedades antimicrobianas. Sin embargo, no se han obtenido pruebas de que comerlo proteja contra el virus que causa el brote actual”.
México con alto potencial productivo
Elena Heredia ha continuado los estudios en ajo que hace 50 años inició su padre Adalberto Heredia Zepeda, quien con selección clonal individual desarrolló variedades con menor número de dientes por bulbo, con los cuales se han alcanzado rendimientos experimentales superiores a 40 t/ha (toneladas por hectárea) y a nivel comercial de entre 25 y 30 t, cuando el promedio nacional es de 12.8 t/ha.
Esta aportación es relevante porque abrió el mercado de exportación a los productores de México hacia Estados Unidos, donde sus ajos son bien cotizados.
En el Campo Experimental Bajío del INIFAP fueron desarrolladas 14 variedades. Entre las primeras variedades, generadas del ajo tipo Chileno en los años setenta, están: Chileno Vikingo 1, Chileno Vikingo 2, Chileno Compuesto 1 y Chileno Apaseo.
En 1984-85 se introdujo a México el ajo tipo Taiwán y a través del método de selección clonal individual se generaron las variedades: Tacátzcuaro®, Tingüindín®, Tocumbo®, Texcoco®, Chapingo 94®, INIFAP 94®, Huerteño®, inscritas en el Catálogo Nacional de Variedades Vegetales y, Celayense, Pebeco, y Tacátzcuaro Especial, pendientes de registro. Todas ellas con rendimiento comercial superior a las 20 t/ha.
Estas variedades liberadas por INIFAP fueron adoptadas por grandes productores como Javier Usabiaga Arroyo, quien fue conocido como “El Rey del Ajo”, los Fox Quesada, el ingeniero Ricardo Romero, quienes en grandes extensiones han alcanzado más de 20 t/ha. Pero, lamenta Heredia García, la alta tecnología no está disponible para los pequeños y medianos productores.
México en el contexto mundial
El ajo –explica la investigadora— es una especie originaria de Asia Central. China es líder mundial al producir alrededor de 20 millones de toneladas, con un rendimiento promedio de 13.5 t/ha. En 2019, exportó un total de 1.7 millones de t, con un valor de mil 991 millones de dólares (FAOSTAT, 2019).
México ocupa el lugar 20 del mundo en producción, al aportar 82,910 t. Su superficie cultivada es de 6,807 ha, con un rendimiento promedio de 12.18 t/ha. En exportación, ocupa el lugar número doce, con 9,803 t y un valor de 16.3 mdd, al exportar 11.8% de la producción, principalmente hacia Estados Unidos y Francia (FAOSTAT, 2019).
Los principales productores del país son Zacatecas y Guanajuato. En tanto, el consumo per cápita de ajo es de aproximadamente 0.650 kg.
Pese a ser pioneros en el desarrollo clonal y de variedades, los investigadores del INIFAP han enfrentado el problema de recortes presupuestales, robos de germoplasma en parcelas productivas, de conservación y experimentales, que representan “pérdidas lamentables”, por lo que para poner a disposición de los agricultores los materiales generados por el INIFAP, se requiere de la inversión continúa en el incremento del material genético, ya que en la actualidad es ilusorio ofrecer materiales ante la escasez de éstos.
Inclusive, para evitar la pérdida del germoplasma de ajo que año con año deben plantarse, Elena Heredia --quien confiesa que a diario mastica e ingiere un diente de ajo en ayunas-- ha aportado sus propios recursos económicos, desde el 2015.
Las cualidades del ajo, tanto como aditivo culinario como uso medicinal se hallan por primera vez en las pirámides de Egipto. En el Papiro de Ebers (1,550 a. C.) aparece el ajo en algunas fórmulas curativas.
Esta cultura las empleó contra picaduras de insectos, infecciones, tumores, enfermedades cardíacas, estreñimiento o parásitos intestinales.
Incluso, se utilizó en males como lepra, epilepsia y parálisis. Durante la Primera Guerra Mundial se empleó como antiséptico y para controlar la disentería. En la Segunda Guerra Mundial, el ajo se popularizó en el ejército ruso como “penicilina rusa”.
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