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La Virgen de Guadalupe traspasa fronteras; en París la veneran



11 / 12 / 2020

  • Desde celebraciones diplomático-culturales en la Catedral de Notre Dame hasta festejos populares


La devoción por la Virgen de Guadalupe traspasa fronteras y continentes, pues la fe hacia la “morenita del Tepeyac” también se manifiesta en ciudades europeas como París.


El investigador Hugo José Suárez Suárez, del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM ha documentado, al menos, cuatro maneras distintas de festejar a la Virgen en la capital francesa, las cuales van desde lo diplomático-cultural en la Catedral de Notre Dame, ceremonias tridentinas “tradicionales”, fiestas populares y festejos prácticamente familiares, en recintos importantes como la Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre.


Cada una, detalla, tiene sus particularidades: hay celebraciones con cantos gregorianos y mariachis, sermones en español o en las que la misa se realiza en latín mientras que en los festejos puede haber desde chocolate oaxaqueño hasta cerveza mexicana.


“La migración implica llevarse las necesidades de fe y las respuestas. Cuando uno llega al punto al que va, opera una reconstitución de la devoción. Es decir, cada devoto en París, no reproduce lo que hacía en México, sino que en un contexto religioso y social distinto, donde es migrante, reinventa, reorganiza; hay ruptura, pero también se mantienen aspectos del guadalupanismo original”, explicó el experto en sociología religiosa.


La migración de mexicanos hacia Francia, agregó, es distinta a la que se realiza, por ejemplo, hacia Estados Unidos; no es numerosa, pero tiene una tradición significativa.


La Virgen en Notre Dame


Hasta antes del incendio de 2019, en la Catedral de Notre Dame había una capilla dedicada a la Virgen de Guadalupe con su imagen, que partió de México entre los años 30 y 40; debido a las guerras mundiales llegó a París hasta finales de 1949.


En la década de los 50 se realizó una coronación y por algún tiempo, la imagen tuvo la bandera mexicana.


Allí se realiza una fiesta diplomática-cultural, la noche del 12 de diciembre, sin importar que día sea. Algunas ocasiones está presente el embajador de México y el sermón está a cargo de un sacerdote mexicano o latinoamericano, en español.


Normalmente se toca algún tema de actualidad política o social, y se da paso a cantos gregorianos, música del órgano característico de esta catedral, mariachis y solistas que entonan “La Guadalupana”.


“Hay una parte muy formal, protocolar al interior de la liturgia católica. Después, se pasa a la pequeña capilla, hay una bendición y se termina en una fiesta con mariachis en la puerta de Notre Dame donde se canta “El mariachi loco”, es un ámbito muy festivo que dura minutos”, explicó el experto.


En esta capilla se incorporaron otras devociones latinoamericanas como el Señor de los Milagros, venerado en Lima, Perú; Nuestra Señora de Coromoto, de Venezuela y Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina. Ninguna sufrió daños durante el incendio de la Catedral y se encuentran resguardadas.


Rito tridentino


Otra fiesta es organizada por un francés hijo de una mexicana, el fin de semana más cercano al 12 de diciembre y que se realiza de acuerdo al rito tridentino: con una misa completamente en latín y en la que el sacerdote está de espaldas al público la mayor parte del tiempo.


“La idea es hacer un festejo como lo vivió Juan Diego. Hay cantos gregorianos, música sacra, y religiosa colonial latinoamericana. Hay un estandarte de la Virgen de Guadalupe, pero no está presente en la iglesia.


“Hay rezos, mariachis y solistas y la fiesta se reserva al momento en que termina la misa: se pasa a un salón parroquial donde hay venta de cerveza mexicana, de chocolate oaxaqueño y recuerdos de la Virgen de Guadalupe”, agrega Suárez Suárez.


Guadalupanos ecuatorianos


En 2018 el investigador universitario observó otra fiesta dedicada a la virgen del Tepeyac, más cercana a la religiosidad popular mexicana…organizada por guadalupanos ecuatorianos.


Fue en una capilla atendida por la pastoral española, en la que la Virgen del Tepeyac estuvo en el altar junto la virgen ecuatoriana, Nuestra Señora de la Presentación de El Quinche.


Se realizó la eucaristía y después una comida con cerca de 100 invitados. “La Virgen de Guadalupe se iba a entregar a otras personas por un determinado tiempo”, tal como sucede con otras devociones mexicanas.


En la Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre


Finalmente, la cuarta fiesta guadalupana que observó en París el también especialista en sociología visual fue la de la Basílica del Sagrado Corazón de Montmartre, construida en homenaje a los ciudadanos franceses que perdieron la vida en la guerra franco-prusiana.


Fue una reunión de un sector acomodado de México que regaló una imagen de la Virgen a esta Basílica, después del incendio en la Catedral de Notre Dame, y tuvo un corte más de celebración familiar cultural.


El investigador expone que su estudio lo realizó como parte de un intercambio académico entre la UNAM y la Universidad Sorbona Nueva–París 3. Forma parte de un colectivo en el que participan sociólogos y antropólogos franceses quienes buscan comprender si la migración impacta al catolicismo de Francia, que recibe migrantes, principalmente de África.


“Se trata de ver si hay una incorporación o no, cuáles son los espacios donde se reproducen las formas de devoción y, en ese marco, lo que a mí me interesó fue entender cómo los mexicanos, los guadalupanos tienen su experiencia religiosa y el intercambio con el catolicismo francés”, comenta.


La investigación incluyó entrevistas a profundidad con creyentes, estudio de la historia de las imágenes de la Virgen de Guadalupe en París y observación de los diversos festejos. Los resultados se presentarán en ensayos fotográficos, un repositorio en internet y un libro.


Mexicanos religiosos


Suárez Suárez asevera que los mexicanos somos profundamente religiosos, no necesariamente guadalupanos, pero sí religiosos. “Si bien los censos reflejan que hay un creciente ateísmo, los mexicanos todavía siguen siendo profundamente creyentes, en un marco de diversidad, pluralidad y de múltiples combinaciones”.


En ese sentido, la devoción guadalupana sigue dando respuesta a una necesidad de fe, de creencia y de encontrar explicaciones a la vida. Y al migrar, los mexicanos también se llevan su fe. “En la maleta viajan muchas cosas: nuestra historia, nuestros gustos y nuestra fe. Los mexicanos guadalupanos en París son una muestra de cómo se reaviva la devoción guadalupana”, concluye

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