Azcapotzalco celebra el cierre de magnos conciertos con la novena sinfonía de Beethoven
La Catedral de Azcapotzalco fue el escenario del cierre de una destacada serie de conciertos, que ha tuvo como propósito acercar al público local grandes obras, habitualmente presentadas en grandes salas de otras zonas de la Ciudad de México, como el Centro o Sur de la CDMX.
Este impulso, liderado por la Administración de la alcaldesa Margarita Saldaña, buscó transformar a Azcapotzalco en un núcleo de resonancia e inspiración artística en el Norte de la Ciudad. La serie de conciertos ofreció a la comunidad la oportunidad de disfrutar de música de alta calidad sin necesidad de desplazarse a otras partes de la capital.
El viernes 6 de septiembre, se presentó el recital de “Carmina Burana” del compositor alemán Carl Orff. Esta pieza, basada en una serie de poemas medievales atribuidos a los “goliardos” -estudiantes pobres y libertinos del medievo- fue descubierta en el Monasterio de Büren, en la región alemana de Baviera, en 1803 por Johann Christoph von Aretin.
Carl Orff, influenciado por el expresionismo alemán en el cine y las artes, adaptó 24 de estos poemas en una “Cantata” durante 1934 y 1935. A diferencia de una ópera, esta obra no presenta una narrativa como hilo conductor, pero ha tenido un impacto notable en la cultura popular. Su melodía más famosa, “Oh Fortuna”, ha sido ampliamente utilizada en cine, teatro, televisión y publicidad.
El sábado 7 de septiembre, se llevó a cabo la segunda presentación de la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven, que ya se había interpretado en marzo pasado.
Este concierto contó con un ensamble vocal compuesto por alumnos e integrantes del Coro Tepaneca de la Alcaldía Azcapotzalco. La Novena Sinfonía, que cumple 200 años desde su estreno, es conocida por incorporar elementos vocales y por su “Oda a la Alegría”, un poema de Johann Christoph Friedrich Schiller. Esta obra ha sido un símbolo de esperanza y paz mundial a lo largo de la historia.
Con estos eventos, se concluyen parte de los trabajos realizados por la Escuela de Música bajo esta administración.
Además, se brindó a los talentos locales la oportunidad de presentarse en su propia demarcación, consolidando a Azcapotzalco como el “polo cultural al norte de la Ciudad”.
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