Los mexicanos entre el desempleo y el coronavirus
07 / 04 / 2020
Por GLORIA BRITO NÁJERA
La pandemia del coronavirus (Covid-19) es un reto y una amenaza para toda la humanidad, una calamidad de gran magnitud y gran complejidad, pues se trata de un virus altamente contagioso ya que se puede trasmitir por personas que no presentan síntomas, lo que lo hace más peligroso.
Desgraciadamente en los tiempos que corren el sistema de salud en nuestro país está debilitado, el gobierno actual eliminó el Seguro Popular y los recortes brutales de recursos, provocaron escasez de medicinas, vacunas, equipo médico y despidos de gente muy capacitada.
Estamos ante una emergencia grave que no se quería reconocer por la 4T, ante la que se proponía para detenerla el uso de estampitas milagrosas y los amuletos de la suerte. Hasta hoy cuando se reportan 1,510 casos infectados y 50 muertos. El Presidente López Obrador dice que ahora sí hay que encerrarse.
La participación de la gente es fundamental, aunque sabemos que, en México, nuestro país, uno de los 20 países más ricos del planeta, quedarse en casa es un privilegio solo para una parte de la sociedad, no para los humildes trabajadores que no tienen las condiciones materiales para poder hacerlo, muchos de ellos no tienen vivienda y quienes la tienen son de uno o dos cuartos en donde viven hacinadas más de una familia, en donde no se podrá guardar sana distancia.
Otro factor que impide a los más indefensos encerrarse como dice AMLO es que el 56.3% de la PEA en nuestro país vive de la informalidad y el 18.9% de los trabajadores se encuentran empleados recibiendo salarios bajos, obligados a cumplir jornadas extensas, es decir, viven al día. Curiosamente el miedo mayor que tienen los trabajadores informales no es precisamente al coronavirus sino al hambre que se provocará por las medidas de aislamiento implementadas por el gobierno.
Sólo en el metro de la Ciudad de México trabajan en la informalidad miles de personas y sumadas a los 4.5 millones que se transportan diariamente para llegar a sus trabajos o a sus hogares por lo que corren el peligro de contraer el Covid-19 por la insalubridad de este sistema de transporte.
He aquí un testimonio: “¿Qué vamos a hacer si se restringe por completo la salida de la gente, si a nosotros mismos nos obligan a quedarnos en la casa?”. Se pregunta Verónica, ella junto con su esposo salen todas las mañanas de su casa con dirección a la línea naranja del metro de la ciudad que corre del Rosario hasta Barranca del Muerto para vender chocolates y galletas. Habitan junto con sus 2 hijos y la madre de Verónica un humilde cuarto en una vecindad en la colonia Tierra Nueva, de la alcaldía Azcapotzalco.
“Si de por sí la vida es muy difícil para todos los pobres y ahora con esto del coronavirus todo se ha complicado más”, dice Verónica. “Que se queden en sus casas quienes puedan y mientras puedan porque nosotros tenemos que salir a vender, porque si nos encerramos qué le vamos a llevar de comer a nuestros hijos, tenemos que seguir trabajando hasta que nos mate el coronavirus”.
¿Cuánto durará la emergencia? no se sabe. Pero lo que sí sabemos es que los más pobres de este país, que son la inmensa mayoría, se encuentran ya ante la disyuntiva de: o morirse de hambre o morirse por el coronavirus.
Lo que sí sabemos, es que esta pandemia provocará una crisis económica sin precedentes, después del Covid-19 habrá más pobreza, más miseria, y los pobres serán mucho más pobres.
El Covid-19 demostrará con mayor claridad, que Antorcha tiene la razón. Lo dijimos y no hoy, desde que López Obrador en campaña, para ganar votos, pregonaba que el problema de México era la corrupción, nosotros dijimos que, la corrupción sin dejar de ser un problema, no era el fundamental, que el problema fundamental, en nuestro país, es la injusta distribución de la riqueza, la desigualdad y la brecha entre ricos y pobres, hoy el coronavirus está desnudando esta realidad no solo en México sino en el mundo entero.
Sin embargo, estamos seguros que saldremos adelante, y que una lucha ardua por una sociedad más justa, nos espera.