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Hallazgo de vestigios de un retablo virreinal en templo de Milpa Alta en la CDMX: INAH


28 / 10 / 2019

  • Personal del INAH que atiende los daños por sismos de la parroquia de San Pablo Apóstol, en San Pablo Oztotepec, halló una obra que dataría de entre los siglos XVI y XVII

  • Es un retablo pintado, el cual estaría consagrado a la Virgen María, dentro de la capilla abierta con la que inició la evangelización en esta región


Si bien los sismos de septiembre de 2017 causaron afectaciones nunca vistas en los monumentos históricos de México, en ciertos casos, también han dado pie a descubrimientos derivados de las acciones de restauración a cargo de la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).


Así sucedió en la Zona Arqueológica de Teopanzolco, en Morelos, donde en 2018 se localizó una subestructura al interior del principal basamento de esta antigua urbe tlahuica.


Ahora, un caso similar, aunque vinculado con la época virreinal, se registra en la parroquia de San Pablo Apóstol, en la alcaldía Milpa Alta de la Ciudad de México.

En este sitio, localizado en San Pablo Oztotepec, uno de los 12 pueblos originarios de Milpa Alta, especialistas de las coordinaciones nacionales de Monumentos Históricos (CNMH) y de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH, registraron el hallazgo de vestigios de un retablo virreinal pintado en el anverso del muro testero del templo.


La restauradora Mariana Méndez Valdés, adscrita al Departamento de Atención al Patrimonio Cultural Afectado por los Sismos, de la CNCPC, comenta que los elementos de pintura mural que hasta el momento se han encontrado, cubren un área de 5.36 por 4.97 metros, casi 70 por ciento de la superficie del muro testero.


Asimismo, se ha determinado que el retablo, cuya antigüedad se ha establecido entre finales del siglo XVI e inicios del XVII, conserva partes de un fondo en color azul sobre el cual se aprecia un cortinaje rojo y decoraciones en dorado.


Dicha cromática está asociada con la Virgen María, por ello, la hipótesis de los investigadores es que esa imagen religiosa primaba en el decorado primigenio de la capilla abierta que, se sabe, funcionó originalmente en Oztotepec, y que luego fue techada y ampliada hasta devenir en la actual parroquia.


El arquitecto de la oficina de Sismos de la CNMH, Francisco Martínez Pérez, refiere que el territorio de la alcaldía Milpa Alta fue uno de los últimos conquistados por los españoles en la geografía de la Ciudad de México.


“Por sus condiciones naturales, en las que predominan los bosques y las cuevas, Milpa Alta funcionó como un reducto para los indígenas, incluso el nombre de Oztotepec significa ‘cerro de cuevas’, en náhuatl”.


Pasado el tiempo y una vez catequizada la población originaria, el aumento en la feligresía motivó las ampliaciones progresivas del templo, rasgo que, añade Martínez, da a la parroquia una “tipología única”, derivada de su diseño arquitectónico y del dominio que sus distintos constructores mostraron para el manejo de la tierra, el barro y la piedra volcánica, entre otros materiales, los cuales subyacen en sus sistemas constructivos.


Tal diversidad arquitectónica, empero, se hizo patente durante el sismo del 19 de septiembre de 2017, el cual produjo daños catalogados como severos.


La onda sísmica, detalla el investigador, “impactó con mayor fuerza en la zona del ábside”; la edificación también resultó afectada con fracturas transversales en sus cúpulas, fisuras diagonales en los paramentos laterales de sus contrafuertes, grietas en su fachada y daños en las yeserías que lucen en su interior, entre otros.


Un elemento más que se dañó fue el retablo de madera tallada y dorada, de estilo neoclásico, que se ubica en el altar del templo, el cual registró un desajuste en los tensores que lo anclan al muro testero.


Fue así que, durante una inspección a cargo de la CNCPC, el restaurador David Vega y el arquitecto Cristian Chávez entraron por uno de los compartimentos del retablo de madera —que data del siglo XVIII— para indagar tanto en su estado de conservación como en el sistema constructivo del muro, acción que les permitió detectar que sobre éste existía pintura mural.


La atención de los bienes muebles asociados a la parroquia de San Pablo Apóstol, entre ellos el par de retablos históricos, seguirá luego de la restauración arquitectónica del inmueble, en cuya etapa avanza el INAH mediante la documentación precisa de las dimensiones y características del templo.


No obstante, se tiene previsto el desmontaje temporal del retablo neoclásico, con la idea de atender sus deterioros y, en principio, consolidar el muro testero de la parroquia.


“Los trabajos en el retablo primigenio se definirán una vez que hayamos retirado el de madera. Por ahora solo podemos afirmar que, antes de la intervención en el muro, requerirá del fijado de la policromía y de la colocación de velados de protección en las áreas donde exista pintura mural”, explica la restauradora Mariana Méndez.


Por último, la especialista de la CNCPC subraya que la investigación documental y el registro que en él se emprenden, resultan de gran valía para el conocimiento de su contexto y de sus características.

Personal del INAH que atiende los daños por sismos de la parroquia de San Pablo Apóstol, en San Pablo Oztotepec, halló una obra que dataría de entre los siglos XVI y XVII


Es un retablo pintado, el cual estaría consagrado a la Virgen María, dentro de la capilla abierta con la que inició la evangelización en esta región


Si bien los sismos de septiembre de 2017 causaron afectaciones nunca vistas en los monumentos históricos de México, en ciertos casos, también han dado pie a descubrimientos derivados de las acciones de restauración a cargo de la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).


Así sucedió en la Zona Arqueológica de Teopanzolco, en Morelos, donde en 2018 se localizó una subestructura al interior del principal basamento de esta antigua urbe tlahuica.


Ahora, un caso similar, aunque vinculado con la época virreinal, se registra en la parroquia de San Pablo Apóstol, en la alcaldía Milpa Alta de la Ciudad de México.

En este sitio, localizado en San Pablo Oztotepec, uno de los 12 pueblos originarios de Milpa Alta, especialistas de las coordinaciones nacionales de Monumentos Históricos (CNMH) y de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH, registraron el hallazgo de vestigios de un retablo virreinal pintado en el anverso del muro testero del templo.


La restauradora Mariana Méndez Valdés, adscrita al Departamento de Atención al Patrimonio Cultural Afectado por los Sismos, de la CNCPC, comenta que los elementos de pintura mural que hasta el momento se han encontrado, cubren un área de 5.36 por 4.97 metros, casi 70 por ciento de la superficie del muro testero.


Asimismo, se ha determinado que el retablo, cuya antigüedad se ha establecido entre finales del siglo XVI e inicios del XVII, conserva partes de un fondo en color azul sobre el cual se aprecia un cortinaje rojo y decoraciones en dorado.


Dicha cromática está asociada con la Virgen María, por ello, la hipótesis de los investigadores es que esa imagen religiosa primaba en el decorado primigenio de la capilla abierta que, se sabe, funcionó originalmente en Oztotepec, y que luego fue techada y ampliada hasta devenir en la actual parroquia.


El arquitecto de la oficina de Sismos de la CNMH, Francisco Martínez Pérez, refiere que el territorio de la alcaldía Milpa Alta fue uno de los últimos conquistados por los españoles en la geografía de la Ciudad de México.


“Por sus condiciones naturales, en las que predominan los bosques y las cuevas, Milpa Alta funcionó como un reducto para los indígenas, incluso el nombre de Oztotepec significa ‘cerro de cuevas’, en náhuatl”.


Pasado el tiempo y una vez catequizada la población originaria, el aumento en la feligresía motivó las ampliaciones progresivas del templo, rasgo que, añade Martínez, da a la parroquia una “tipología única”, derivada de su diseño arquitectónico y del dominio que sus distintos constructores mostraron para el manejo de la tierra, el barro y la piedra volcánica, entre otros materiales, los cuales subyacen en sus sistemas constructivos.


Tal diversidad arquitectónica, empero, se hizo patente durante el sismo del 19 de septiembre de 2017, el cual produjo daños catalogados como severos.


La onda sísmica, detalla el investigador, “impactó con mayor fuerza en la zona del ábside”; la edificación también resultó afectada con fracturas transversales en sus cúpulas, fisuras diagonales en los paramentos laterales de sus contrafuertes, grietas en su fachada y daños en las yeserías que lucen en su interior, entre otros.


Un elemento más que se dañó fue el retablo de madera tallada y dorada, de estilo neoclásico, que se ubica en el altar del templo, el cual registró un desajuste en los tensores que lo anclan al muro testero.


Fue así que, durante una inspección a cargo de la CNCPC, el restaurador David Vega y el arquitecto Cristian Chávez entraron por uno de los compartimentos del retablo de madera -que data del siglo XVIII- para indagar tanto en su estado de conservación como en el sistema constructivo del muro, acción que les permitió detectar que sobre éste existía pintura mural.


La atención de los bienes muebles asociados a la parroquia de San Pablo Apóstol, entre ellos el par de retablos históricos, seguirá luego de la restauración arquitectónica del inmueble, en cuya etapa avanza el INAH mediante la documentación precisa de las dimensiones y características del templo.


No obstante, se tiene previsto el desmontaje temporal del retablo neoclásico, con la idea de atender sus deterioros y, en principio, consolidar el muro testero de la parroquia.


“Los trabajos en el retablo primigenio se definirán una vez que hayamos retirado el de madera. Por ahora solo podemos afirmar que, antes de la intervención en el muro, requerirá del fijado de la policromía y de la colocación de velados de protección en las áreas donde exista pintura mural”, explica la restauradora Mariana Méndez.


Por último, la especialista de la CNCPC subraya que la investigación documental y el registro que en él se emprenden, resultan de gran valía para el conocimiento de su contexto y de sus características.


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