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Combaten incendios forestales unidos como familia


23 / 07 / 2019


Con una estatuilla en mano que le fue entregada por su trayectoria de 31 años y que la comparte con cada uno de sus compañeros de brigada “porque el reconocimiento es de todos”, Javier Bolaños Camacho, jefe de la Brigada Especial Álamos de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (CORENADR), asegura que los combatientes forestales son como una familia, son un equipo.

Explica que durante más tres décadas se ha dedicado a combatir el fuego en el Suelo de Conservación de la Ciudad de México, siempre cobijado por un grupo de brigadistas a quienes considera su familia, a pesar de que no llevan la misma sangre, pero sí buscan el mismo fin: salvaguardar el ecosistema y los recursos naturales. “Desde que salimos del campamento ya llevamos un plan de combate en la mente. Durante el trayecto a cada uno de nosotros se nos asigna una función, como quién va a ser el que lleva la boquilla o el pitonero, el que hará el llenado, el acarreo de mangueras, el que va a ensamblar las mangueras, el que va a supervisar la línea de las mangueras. Hay que ser versátiles, el que hoy tendió líneas para combatir un incendio mañana puede estar en la máquina, todos nos vamos rolando, de una forma que sabemos de todo y en cualquier momento que se requiera podemos cumplir esa función”, señala el brigadista. Bolaños Camacho afirma que un combatiente forestal combina su amor y nobleza a la naturaleza y su preparación tanto física como emocional para poder hacer una ardua labor: “Es una gran responsabilidad combatir un incendio porque gracias a ello ponemos nuestro granito de arena para conservar el ecosistema, nuestro planeta, nuestros recursos naturales”. A los 18 años se convirtió en brigadista forestal, hoy presume que está por cumplir 49 años, de los cuales 31 años los ha dedicado a combatir incendios forestales. “La mejor satisfacción es que los bosques siguen vivos, otra es la de poder conocer a mucha gente, poder hacer muchos amigos, familia como la que tengo aquí”, manifiesta. Admite que cuando los combatientes forestales son reconocidos por sus años de servicio “nos sentimos muy contentos, muy felices de que nos toman en cuenta”.


Por ello, aprovecha para transmitir a las nuevas generaciones, particularmente a sus hijos y a su nieto que se superen, que “aprovechen lo que la vida da, que estudien y si en un momento dado a ellos les gusta esta pasión, bienvenidos, serán instruidos con el poco o mucho conocimiento que tengo, con la oportunidad que me dan mis compañeros de convivir con ellos”. A su abuelo no tuvo el gusto de conocerlo, falleció cuando tenía tres años pero el legado que le dejó a su padre y la herencia de la que él goza actualmente como combatiente forestal no la cambia por nada: “Sus regaños, sus puntos de vista, sus conocimientos, experiencias, sus triunfos, sus fracasos, muchas cosas”. Dice que cuando lo ven en la calle lo conocen como “el bombero que apaga con tierra” porque durante años le tocó extinguir el fuego con herramientas manuales como palas, azadones, machetes y hachas. Hoy destaca que la brigada de combatientes de incendios forestales, integrada por más de 3 mil personas cuenta con equipo especializado para contener un incendio.


“Ahora es una forma de proteger al combatiente, evitarle más cansancio del necesario. Antes trabajábamos con palas, azadones, rastrillos, machetes, hachas, había terrenos donde no podíamos hacer gran cosa, teníamos que utilizar otras estrategias y otras técnicas para poder minimizar el daño hacia los bosques”, precisa Bolaños. Recuerda que años atrás había menos brigadistas, ahora hay más, con mayor capacitación y hasta con certificación. “La tecnología ya nos alcanzó, ahora tenemos equipos especializados como ustedes ya lo vieron, tenemos camiones con motomba y equipo especializado que nos ayudan a hacer nuestro trabajo”.


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